Tubos.
Mi cabeza está conectada a un respiradero. Supongo que,
después de todo, sigo siendo humano… Tengo una de las prótesis estirada,
mientras unos señores en bata colocan cañones de armas en unos agujeros
colocados estratégicamente.
El caos de alrededor es patente. Poco a poco pierdo la
noción del tiempo, y comienzo a sumir mi cabeza en pensamientos abstractos e
inconexos. Sentimientos como el cariño o el afecto van desapareciendo de la
raigambre de mi ser. Y de repente, ¡plof!
Caos.
Recuerdos, recuerdos y más recuerdos. Mi cabeza se atiborra
de repente de un montón de recuerdos vividos. Los siento como míos. Me hablan.
Me sonríen. Me sueñan. Los sueño. Mi mente ha vuelto a mí. Mis conocimientos,
mis miedos, mis sentimientos, mis prejuicios, mi sentido de la justicia, mi
lealtad… los rostros de mis amigos.
Los rostros de los amigos a los que yo mismo mataba en mi
sueño.
El sueño que provocó todo esto.
Sus sonrisas se me clavan como puñales. Están delante de mí,
y me animan a ir con ellos. Aceptan mis disculpas… y rompo a llorar. El llanto
de un niño indefenso. El llanto de un niño huérfano. Mis padres nunca se
preocuparon por mí. Crecí sólo. Involuntariamente, crearon un monstruo. Un
monstruo huérfano.
Me retiran el tubo. Y me piden que comience a andar. Ahora
mis piernas pesan mucho más, y me cuesta levantarlas. No puedo dar un paso sin
gritar por el esfuerzo que me supone levantar tanto peso. La placa de metal
donde antes tenía el pene comienza a soltarse, provocándome un dolor
irrefrenable. Quizá sea placer… Pero da igual.
Me inyectan un suero. Ahora sueño…
Abro los ojos. Mi cabeza se vuelve sórdida. Siento que me va
a estallar por momentos. Este dolor es irrefrenable. Mis ojos… van a salirse de
sus órbitas. Pensamientos cortos para una visión dantesca cuanto menos.
Leo en un periódico que jóvenes de todo el globo han
encontrado una forma de mitigación del dolor. Los llamados héroes del mañana
huyen del dolor con formas cada vez más escabrosas. La generación del futuro
extrema sus momentos de vacío por miedo a afrontar su dolor. Llevar al extremo
momentos vacíos para anular el pensamiento sobre lo que les rodea.
Todos lo hacen por diferentes motivos. Muchos de ellos han
sufrido la crudeza del desamor, y para olvidar a su ser idealizado se sumergen
en los bajos fondos del vicio. Muchos acaban probándolo todo, y acaban siendo
conejillos de indias de orgías sadomasoquistas que se van de las manos,
acabando con una maza incrustada en el cráneo de aquel joven. Ese chico llamado
Jorge ya no podrá cumplir sus sueños. No podrá volver a hablar con su ex novia
Paula, ni podrá decir todo lo que sintió hacia ella, y que nunca la dijo. Nunca
podrá mirarla a los ojos y decirla que cada vez que se despedía de ella un
pedacito de su ser se iba con ella. No podrá decirla que cada vez que la besaba
sentía que era el último, y no quería separarse de su aliento a menta. Nunca
podrá decirla que cada vez que la abrazaba se sentía como si el mundo les
hiciera ajenos, porque en ese momento, sólo le importaba estar en los brazos de
lo más puro a lo que ha querido en su vida. No. Ahora, lo único que queda, es
un charco de sangre entremezclado con circunferencias de sesos, esparcidos por
el suelo ajedrezado de aquel almacén de las afueras.
Otros muchachos sufren el acoso de sus compañeros, y ven
como única vía de huida la caida al vacío desde un puente. El ser humano se
retroalimenta de los especímenes más débiles como una vía ruin, pero efectiva,
de satisfacción. Ese muchacho nunca podrá sorprender con bombones a su madre
enferma de ansiedad el día de su cumpleaños. Cuando su madre se levante, verá
el regalo de su ojito derecho, un bonito ataud y una corona de flores comprada
por el alcohólico de su ex marido. Otro especimen humano acabado de forma
prematura por la presión social.
Hay casos peores. Víctimas de maltrato, que subliman su
dolor provocando el mismo a sus congéneres. El mayor abusón que imagines es
víctima de acoso sexual por su padre, y tú nunca serás capaz de imaginarlo.
Creemos que ese chico se aprovecha de los demás porque tiene una personalidad
fuerte, y nunca nos damos cuenta de lo ilusos que somos. Ese chico fuerte que
le mete la cabeza al cerebrito en el vater, esconde un complejo de
inferioridad. Su padre está creando a un maníaco. La futura carne de cárcel. La
putita de la cárcel del mañana.
En las chicas no es diferente. La chica gorda, o la chica
fea, sufren la exlusión de las niñas bonitas. Lo que ellas no saben, es que
esas gordas y feas el día de mañana serán los pibones que posarán en las
pasarelas de moda. La moda que las niñas bonitas llevarán. Estas gordas y feas
comienzan a sufrir anorexia, bombardeadas por lo que la publicidad y sus “amigas”
las obligan a ser. Caos. El momento en el que se recogen el pelo entre arcada y
arcada. Esa es su mitigación.
Lo que leo en el periódico habla de gente que se ha cansado
de vivir. Chicos de 13, 14, 15 años que simplemente no quieren seguir viviendo.
Se han dado cuenta demasiado pronto de lo putrefacto de este mundo, y quieren acabar
con su agonía. Fábricas que vierten sus residuos en manantiales. Especies que
son extinguidas para crear abrigos que pasarán de moda en seis meses. Árboles
que son talados para crear la nueva mesa de baja calidad de los suecos.
Consumismo, consumismo y más consumismo. El ser humano pierde su esencia. Estos
jóvenes saben de qué va todo esto. Se han dado cuenta del meollo. Y no quieren
ser un peón más en la fría cadena del capitalismo.
Yo era uno de ellos. Mis brazos se cortaban, y mi excusa era
el juego con gatos. Gatos. Los gatos se acercaban a jugar, y las rajas en mi
cuerpo aumentaban. Cada vez más, en un intento demencial por la autodestrucción
rápida. Esos momentos en los que tenía que desinfectar la herida, esos momentos…
Eran los que me mantenían con vida. Me obligaban a la desparición de mi mente.
Todos mis problemas desaparecían. Sólo quedaba en mi piel el dolor de la
herida, y mi cabeza no tenía espacio para nada más. Mitigar el dolor con dolor.
Destruir lo espiritual con la preponderancia de lo físico.
Mis amigos lo hacen. Se cortan desde la muñeca hasta el
hombro, en un intento por acabar con sus manipuladas vidas. Se reunen en casas
sin que sus padres lo sepan. Se rajan mutuamente y se dan una última alegría.
Lo bonito del amor adolescente. Lo último que recordarán esos jóvenes efebos
será un orgasmo teñido de sangre y besos prohibidos. Caricias melancólicas.
Palabras vacías teñidas de un romanticismo neonato. Los políticos del mañana
yacerán en una cama, ensangrentados pero acurrucados, en la máxima expresión de
lo único puro que queda en el ser humano.
La gente muere, y a nadie le importa. El mundo sigue. La
rueda del destino gira. Y lo peor es que no me preocupa.
El mundo te hace inmune al dolor. Hay demasiado sufrimiento
a nuestro alrededor. Demasiado para ser mencionado. Demasiado para ser tenido
en cuenta. No importa cual sea tu tragedia, siempre habrá una mayor. Nadie
comprará tu historia. Los adolescentes mueren al no ver una salida factible. Al
no sentirse parte de la sociedad.
El ser humano se retroalimenta de los especímenes más
débiles.
Y lo peor es que no me preocupa.
Abro los ojos.
Sigo tumbado en esa mesa de quirófano. Uno de los hombres
bateados comienza a hablarme y a explicarme la situación…
-Saludos, número 8. Soy el agente McDaniels, del FBI. Hasta
ahora hemos mantenido nuestro propósito hacia ti en el anonimato, y la cúpula
cree que así debe ser. Pronto, cuando finalice tu adiestramiento, podré darte
más señales. Pero en lineas generales, te adelanto que, si todo sale bien,
podrás ser el arma del mañana.
El arma del mañana.
Los cañones de mis piernas. El latón que recubre mi pelvis.
Las prótesis ya instaladas de mis brazos. El doctor enfermo que se relame
mientras me mira.
-Oh, no te preocupes por él. Sirvió a los soviéticos en
Kapustin Yar a la par que trabajaba para nuestro servicio de espionaje en plena
Guerra Fría. Lo que vio allí no sería agradable de ver, supongo. Tiene tendencia
al canibalismo, así que supongo que ahí tienes la respuesta a la pregunta que
ronda tu cabeza. No debe ser fácil mantenerse cuerdo cuando matan a tu familia delante
de ti por haber fallado en los cálculos de un misil. Si, a Igor le quitaron su
familia frente a sus ojos.
Tendencia al canibalismo.
Esas palabras se incrustan en mi cabeza.
-No es conveniente que le dejéis sólo con Nº8, o pasará lo
mismo que con Nº3. Bien, Nº8, debes saber que hemos sustituido tu cerebro.
Ahora tu cabeza es una base de datos dispuesta a trabajar de forma autónoma. Un
ordenador móvil. Ya no necesitas eso que nosotros llamamos pensamiento. Ya no
tendrás nunca más sentimientos. Eres el ser perfecto.
Ya no tendré sentimientos.
Y lo peor es que no me preocupa.
-Bien, Nº8, ¿Tienes algo que añadir antes de que me retire
al despacho?
-Dame tu fe, abrázame.
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