Verónica se
levanto a toda prisa, a punto de tropezarse con su propio pie, y se abrazó con
mucha fuerza a Ramón. El tiempo que llevaba esta joven esperando aquel abrazo
no lo sabía nadie. Claudia sonreía ante la escena, probablemente la más tierna
en lo que llevaban de cautiverio en ese búnker. Carlos asentía la cabeza, señal
de complicidad con la pareja de vecinos, apoyada con una sonrisa de oreja a
oreja. Verónica abrazaba hacia su cuerpo a Ramón con tanta intensidad que
facilmente podrían haberse confundido el término de un cuerpo y de otro.
Verónica comenzaba a darle besos en la mejilla, y a decir entre sollozos lo preocupada
que se encontraba y el miedo que tenía de no volver a verle vivo. Ramón
expresaba tímidas carcajadas, intención de mostrar la complicidad con la joven,
y finalmente se separó, para coger aire, y para descansar un poco.
-Pensámos
que no te volverías a levantar… - Dijo Carlos con la voz algo temblorosa, como
si estuviera viendo a alguien que acabara de resucitar.
-Realmente
hará falta algo más que un simple golpe en la cabeza para acabar conmigo…
Estuve mucho tiempo desmayado, pero perdí la noción del tiempo…
-Aproximadamente
unos quince días… - Se apresuró a decir Claudia. – Pero realmente no lo sabemos.
Estoy empezando… - decía mientras se levantaba, echando una sonrisa mezquina a
Bucher. – a perder la noción del tiempo yo también.
-¿Y por qué
está ese atado a la silla?
-Pensamos
que era mejor así. – Respondió Carlos con la mayor tranquilidad del mundo. – Y
si te soy sincero, es mejor. Intentó robarnos las armas, ponernos a unos en
contra de otros, y mira a Laurita de una forma muy rara…
Ramón
miraba a Bucher, que no apartaba la mirada, y ni se amedrentaba ante un hombre
que había acabado con todo su poder en una muestra clara de desafío. Ramón le
sonrió irónicamente, y se sentó en el sofá, mientras no quitaba ojo al general.
Movía el cuello de un lado a otro, de arriba abajo y en formas circulares,
haciendo sonar todas y cada una de las articulaciones, y consiguiendo que
Claudia pusiera muecas de dolor a cada sonido. Finalmente, Ramón se acomodaba
entre los cojines y procedía a dar parte de la situación.
-Realmente,
después de lo que Carlos me dijo, es un auténtico milagro que esto siga en pie.
La grieta de ahí – dijo señalando a la grieta tapada con yeso por el manitas –
parecía que acabaría por sepultarnos a todos. Por suerte no ha sido así. Es
extraño que en quince días no os hayáis hecho ninguna pregunta acerca del cómo
saldríais de aquí si yo moría. Mientras yo estaba desmayado en esa cama, debo
decir que un montón de pensamientos han rondado por mi cabeza. Había una serie
de voces que me atormentaban y que trataban de contradecirme conmigo mismo, que
trataban de ponerme en contra de otras voces, y que trataban de ponerme
literalmente nervioso y de volverme loco. He pasado miedo, aunque realmente,
una de las voces que me hablaban, era el propio miedo… - Dijo, mientras se
metía con ahinco el dedo índice en la oreja – Aún me siguen pitando los oidos
por la explosión… Esas voces me hicieron repasar todo lo ocurrido en mi vida,
paso por paso, hasta llegar al momento actual, y sólo cuando obtuve una
revelación, me permitieron salir del estado en el que me encontraba.
-¿Y cual
era esa revelación? – Preguntó Claudia con interés.
Ramón se quedó pensativo, mirando
al suelo, mientras sus manos comenzaban a temblar, debido al esfuerzo que debía
suponerle todo aquello. Las gotas de sudor comenzaban a caerle por las
mejillas, y las venas comenzaban a marcarse a sobremanera en el dorso de las
manos. Comenzaba a verse de nuevo preocupado a Ramón, que tímidamente esbozaba
una sonrisa. Incorporaba el rostro para mirar a los demás, y comenzó a hablar
de nuevo:
-Es algo
acerca de mi vida, del cómo he tratado a mis semejantes, y a mí mismo… Es una
conclusión acerca del cómo debo encauzar mi vida a partir de ahora. Creo que
algo dentro de mí me ha dado una segunda oportunidad, una nueva oportunidad de
hacer algo grande, y voy a aprovecharla. Cuando salgamos de este búnker, va a
ser complicado saber a dónde iremos. Realmente será muy confuso todo.
Probablemente seremos los únicos seres humanos con vida en kilómetros a la
redonda, pero no sabemos si han lanzado más bombas en el pais o si la gente ha
decidido huir de la radiactividad. Aquí, aunque tenemos el riesgo de derrumbe
por la grieta, podemos decir que estamos a salvo. Cuando salgamos de aquí no lo
estaremos. Puede que nunca volvamos a estarlo al salir de aquí. Lo que si que
sé, es que deberemos permanecer unidos para nuestra propia supervivencia.
-¿Nuestra
propia supervivencia? – Repitió Verónica con interés. - ¿A qué te refieres?
-Me refiero
a que no estaremos expuestos a todos los peligros del mundo. A animales que no
hayan muerto por la radiación, a otros animales que estén hambrientos, a minas
que hayan puesto en una guera, a un sinfín de posibilidades de exterminio. No
sabemos lo que está pasando ahí fuera, y ni siquiera sabemos si fuera podremos
volver a probar bocado. Deberemos aprovechar cualquier cosa para nuestra
supervivencia.
-Me intriga
saber cómo demonios aguantaste tanto sin comer ni beber y sin atención médica…
- dijo Carlos intrigado.
-Oh, eso…
Supongo que habrá sido un milagro o algo parecido… Creo que en los tiempos que
corren, esto ha sido una llamada a la esperanza, y debo estar agradecido a lo
que esté ahí arriba, por traerme de vuelta al mundo de los mortales… Aunque
igual hubiera sido mejor haber acabado con todo.
El silencio
se hizo en la habitación. Varónica y Claudia se mirabansorprendidas y a la vez
intrigadas por las palabras de Ramón, al cual no le quitaba ojo un incrédulo
Carlos, que parecía molesto con la explicación de Ramón. Bucher llevaba ya tiempo
callado y sin intentar escabullirse, lo cual suponía un alivio para todos los
presentes. Tras unos instantes de silencio, Laurita se despertó, y entró por el
umbral de la puerta a la habitación donde se encontraban los adultos. Laura
comenzó a llorar al ver a Ramón despierto, tal vez por la impresión, o tal vez
por miedo al creer que estaba muerto; y se abrazó inmediatamente a Verónica,
que trataba de consolarla. Ramón se reía tímidamente, y Bucher plasmaba su
mirada de nuevo en Laurita, que le miraba de reojo con recelo. Carlos se
percató de esto y sugirió de forma inquisitiva y sin lugar a réplica que las
tres chicas abandonaran inmediatamente la habitación, para dirimir ciertos
temas con el general. Las chicas obedecieron, y Carlos dio un sonoro puñetazo
en la pupila derecha a Bucher, que caía hacia atrás, golpeando su cabeza contra
la pared, y comenzando a sangrar. Carlos lo reincorporaba, y le quitaba con
violencia el esparadrapo de la boca. Bucher dio un sonoro grito, que fue
respondido con otro puñetazo, esta vez en la boca del estómago. Ramón se
levantaba y se interponía entre los dos, agarrando el brazo de Carlos y
obligándolo a sentarase en el sillón. Carlos obedeció a regañadientes mientras
no quitaba ojo al general, que escupía al suelo un poco de sangre. Ramón
observabó esto, pero decidió no darle demasiada importancia.
-Bien…
¿Alguno de los dos piensa decirme qué ha pasado?
-Ese
gilipollas – se apresuró a decir Carlos – ha intentado ponernos a Claudia y a
mí en contra. Ha intentado robar las armas para tener el control del búnker, y
ya has visto como mira a la niña.
-No te
pienses cosas raras con la niña, bastardo – se apresuraba a decir el general –
pues ya sabes que sólo tengo ojos para ti.
Carlos se
levantaba de nuevo, pero Ramón le interceptaba el brazo antes de soltar un
nuevo golpe al militar. Carlos, tras unos instantes de tensión, se volvía a
sentar.
-En mi
defensa diré… - Comenzó a decir Bucher – que necesitamos un mando fijo.
Necesitamos a alguien que lidere a este grupito hasta la salida, necesitamos a
alguien que consiga cuidar de todos y que nos proporcione alimentos o por lo
menos un lugar para sobrevivir sin depender de si esa grieta cede o no. Y dado
que Carlos claramente no puede controlar su genio, la historia se reduce a
Ramón o a mí.
-¿Qué hay de Claudia y de
Verónica? – Inquirió Ramón.
-El día en el que me deje
gobernar por una mujer, tendréis mi permiso para arrancarme las pelotas con
tenazas ardiendo.
-Créeme que para eso te queda muy
poco – se apresuró a decir Carlos – en cuanto salgamos de aquí pienso ser yo
quién te las corte con un cristal roto.
-Calma. A los dos. – dijo rapidamente
Ramón – Vamos a llevarnos bien. Bueno, creo que ya es hora de que alguien nos
diga el porqué de todo este lío, ¿No es así, Bucher?
-Si, militarzucho de tres al
cuerto, mi parte está cumplida. Ya tienes toda la información de esa dichosa
grieta, así que ahora te toca a ti cascar el porqué has provocado todo este
desorden.
-Es justo. Lo único que pido es
que lo escuchen todos. Incluida la niña.
Ramón se acercó a la otra
habitación a avisar a las tres chicas, que se sentaron en el suelo en la parte
más alejada del general.
-Bien, a cambio de mi información
– dijo Fulgencio – deberéis soltarme.
-Es justo – dijo Ramón mientras
los otros tres adultos le miraban de forma asesina.
-Es difícil de entender, pero
espero que tratéis de verlo de forma imparcial, y no pensando que yo soy el
asesino y el destructor de la libertad.
-Empieza ya – dijo Claudia de
forma desafiante.
-No aceptaré tu sutil consejo,
niñata…
-¡Empieza ya! – Dijo Carlos en un
grito más propio de un oso que de un ser humano.
Bucher
lanzó su mirada a Carlos, que estaba de pie en el sillón, dispuesto a lanzarse
encima suya si la situación lo requería así. Ramón no se había sentado en todo
este momento, y comenzaba a inquietarse ante la posibilidad de volver a
separarles. Claudia miraba complacida la escena, mientras Verónica trataba de
distraer a Laurita para que no viera la posible agresión. Ramón pidió de nuevo
a Carlos que se sentara, pero esta vez no obedeció. Esta vez se bajó del sofá,
y se acercó a Bucher de forma pausada. Se arrodilló para estar a su altura, y
acercándose a su oido comenzó a hablarle.
-Mira, hijo
de puta…
-Mira, hijo
de puta… - Dijo Bucher en tono más alto, para que lo oyeran todos.
-¡Escúchame
bien lo que te voy a decir, payaso! ¡O comienzas a largar por esa boca todo lo
que tienes que decir, o te juro que no esperaré a que estemos fuera de la vista
de la niña para cortarte el cuello! ¡Y si crees que es un farol, te recuerdo
que tengo en mi posesión armas con las que puedo atravesarte la cabeza!
-¡Basta ya!
– Dijo Ramón a pleno pulmón – Siéntate y cállate. Calláos todos, y con un poco
de suerte, hasta podremos enterarnos de porqué estamos aquí. ¡Puede que incluso
nos de pistas para poder sobrevivir cuando salgamos!
El silencio
se hizo de nuevo en la sala. Carlos esta vez miraba de forma muy destructiva,
si se puede decir así, a Ramón, que le aguantaba la mirada y con ello el
envite. Verónica miraba de forma interesada a Carlos, mientras que Claudia
sonreía de forma desafiante al general, que no apartaba la vista de la niña,
que a su vez escondía su rostro tras la niña.
-Tienes
pelotas, albañil… - Dijo el general tranquilamente – y tienes mucha suerte. Te
prometo que tu comportamiento te haría caer en pocas horas ahí fuera, y eso si
hubieras tenido la suerte de sobrevivir a las explosiones causadas por las
bombas. También te diré algo: que desde el momento en el que estamos los dos
aquí, somos compañeros, te guste o no. ¿Crees que a Ramón le hace gracia que yo
esté aquí? ¿Crees que a mí me gusta haber acabado aquí dentro con un loco y
tres mujeres? No, pero ten claro que no nos quea otra que cooperar. Y parece
que Ramón comienza a tenerlo claro. Tal vez tú también necesites un golpe en la
abeza.
-Como
vuelvas a levantarte – dijo Ramón al ver el amago de Carlos – de amordazaré a
ti y soltaré a Bucher. Tú eliges. Y ahora, continúa, Bucher.
-Gracias…
Bien, nuestras informaciones dicen que la radiación de la bomba dura 40 días,
en los que va desapareciendo de forma lenta pero continua. Ramón tenía esa
información, lo que me hace sorprenderme acerca del cómo lo sabía… Pero lo
cierto es que el creador de esta bomba es una persona muy hábil. No es una
carga muy potente la que se encuentra en el explosivo, pero es lo
suficientemente potente como para destruir una ciudad entera. Es una explosión
en linea horizontal, lo que explica que el bunker siga casi intacto. Por otro
lado, la dispersión de la radiactividad no es del todo cierta. Desaparece la
gran mayoría, pero una parte no desaparece, sino que se va moviendo por la
rotación de la tierra. No es una carga letal ni perjudicial apenas, pero si es
cierto que si se ha lanzado en más lugares aparte de en Libia y España,
podríamos estar hablando de un holocausto nuclear. Y si eso ocurre, estamos en
un grave problema.
-¿Hay
alguna posibilidad de que el lanzamiento de bombas se haya parado?
-Sinceramente,
no. No si los informes que tenía en mis manos se han producido.
-¿Qué
decían esos informes? – Preguntó Claudia con la seriedad que solía faltarla.
-Si mis
informes son ciertos, podríamos estar hablando del fin de la raza humana tal y
como la conocemos.