Cuando Ramón oyó en las noticias la medida de EEUU de acabar
con cualquier símbolo de fascismo en España, no lo dudo en ningún momento. En
las últimas dos semanas España había sufrido una situación muy convulsa como ya
he detallado en los prefacios. La pérdida del rey, del presidente, la masacre
del congreso de manos de Coll Bucher… Ramón sabía que esto podría llegar a
pasar, era un hombre muy listo. Al ser profesor de historia, sabía de primera
mano los desencadenantes de las guerras, el germen de cada religión. Sabía de
primera mano todo lo que debía hacer. Desde unos años atrás había estado
pensando unas conjeturas muy extrañas sobre el fin del mundo, y cada vez estaba
más interesado en las profecías del nostradamus. Era un libro al que le daba
mucha credibilidad. Si, había fallado muchas predicciones, pero… ¿Y las que
había acertado? Ramón no era un hombre que se obsesionara demasiado por las
cosas, pero algo estaba pasando, el mundo volvía a agitarse, y esta vez, no
sólo era Europa.
Cuando los dictadores de Tunez y de Egipto cayeron,
Occidente se encargó de celebrar que la democracia llegaba, que por fin el
modelo de occidente triunfaba sobre el resto. Su alegría era obvia, ahora
podrían explotar a los ciudadanos y sus petróleos a gusto. Pero cuando fue
Libia la que se reveló, vieron que no todo era de color de rosa. Y tuvieron que
entrar, en un acto de cobardía, por miedo a perder sus ansiados pozos
petrolíferos. El petróleo se acaba, y el dinero es el dinero. ¿Hace falta que
diga cuanta gente murió? Mucha gente murió, incluidos estadounidenses, hasta
que en un acto absoluto de la opulencia estadounidense lanzaron la H3Z. La
bomba H3Z es un complejo sistema de explosión del ejército americano. Consiste
en un explosivo acolchado con laminas de aluminio y aislantes sonoros frente a
caidas, que al chocar en la superficie suelta una especie de gas cegador que
afecta a cualquier animal o persona que se encuentre. Esa fase es denominada
por los estadounidenses como la fase “Blind Guardian”. El nombre puede ser algo
críptico lejos de la sencillez del nombre. El individuo que se vea afectado por
el gas de la bomba comienza a experimentar mareos y desorientación en un corto
periodo de tiempo, hasta perder la visión. A los 5 minutos de su caida la bomba
explota. Ese gas tiene radiación, pero es momentánea, o al menos en las pruebas
realizadas así lo señalan, ya que tras 40 días el suelo podría volver a ser
habitable. Esta segunda fase es denominada como la de “barrido”. Acaba con toda
señal de vida en un corto periodo de tiempo, pero ese gas se deposita en la
tierra con mucha rapidez, por lo que ese suelo puede volver a ser habitable
tras aproximadamente 40 días. Es curioso, porque la radiación que no es
absorbida por el suelo, se extiende por el movimiento de rotación de la Tierra
a otras zonas, pero con mucha menos intensidad y con un poder que no hiere al
humano. Eso si, su potencia destructiva es increible. Destruye todo a su paso,
salvo edificios subterraneos como bunkers o parkings muy bien construidos. Esta
tercera fase es denominada como la “capitalista” en paises no occidentales y
como la de “precaución” por los estadounidenses. De precaución porque esa
explosión evitaba la existencia de posibles malformaciones en humanos que, en
la remota posibilidad de sobrevivir al gas, sufrieran malformaciones o
enfermedades. En otras palabras, era una eutanasia forzada, una condena a
muerte. Y además, así evitarían epidemias al mezclarse supervivientes con cadáveres.
Por lo menos epidemias a corto plazo, porque luego llegan las ratas y las aves
de carroña, pero ese problema se evitaba con una demolición del explosivo que
arrasaba todo a su paso. Absolutamente todo. Y capialista porque la visión de
los no occidentales era clara: destruían el terreno para desarrollar las
metrópolis del mañana, las nuevas Chicago o los paraisos Hononulu 2.0. Era
obvio que en Libia no iban a durar demasiado, y tres H3Z les bastó para causar
el caos, hacer que se mataran los unos a los otros, en definitiva, desolando el
pais. Y esa es la forma de cómo lo que parecía una guerra civil en la que
Gadafi masacraría a su prpio pueblo, se convirtió en un baño de sangre de la
OTAN para impedir restaurar una paz que, creáis o no, convenía a occidente. El
amigo de Aznar, Gadafi, aseguraba que los extremistas islámicos no se
acercarían a Europa, pero ahora, ¿Qué iba a pasar? No había que ser muy listo
para darse cuenta de que si a EEUU le había funcionado la táctica, no
necesitarían bombas nucleares ni teléfonos rojos. Con una bomba que aturdiera a
la población les bastaba. EEUU volvía a ganar, y el, no olvidemos, premio Nobel
de la paz Barack Obama se apuntaba el tanto, y colocaba un gobierno de índole
dictatorial en el pais a cargo del ya deconocido John Reid Edwards(vicepresidente
del gabinete del Partido demócrata en las elecciones de 2004 en la candidatura
de John Kerry), para, según el magnate defensor de la paz, reestablecer la paz
en un territorio en el que EEUU había sembrado el caos.
Cuando la Nueva Guerra Civil(llamada así por los
periodistas, los que se creen la voz del pueblo) estalló, todos fueron
obligados a tomar partido: o eras monárquico o eras dictatorial, o bien te
abstenías y te consideraban comunista. Esta gran democracia de occidente en la
que si no votas al PP eres un rojo y si votas al PP eres un facha ahora nos
obligaba a elegir entre la monarquía que tanto se había defendido en la
Transición, o volver casi medio siglo atrás con un modelo fascista desfasado y
completamente fuera de lugar. Ramón no se dejó llevar por sus sentimientos, y
en cuanto se dio a conocer la noticia de la muerte del rey, se puso manos a la
obra. Desde hacía unos meses se temía lo peor y había comenzado a colocar en su
sótano lo que parecían materiales para un refugio antiaéreo. Pero no contento
con el sótano, excavó su propio jardin. Su piscina fue levantada, igual que
parte del pavimento de la terraza donde tenía la barbacoa. Y se montó en su
propio jardín un búnker(del que hablaremos más tarde) que le había costado
mucho dinero. Eso no le preocupaba, su instinto de supervivencia había actuado,
simplemente tenía que esperar un hecho que era un secreto a voces. Y que
realmente ocurrió, pero de ello hablaremos más tarde.
Qué decir en cuanto al búnker. En primer lugar no era un
búnker propiamente dicho, sino un refugio antiaéreo. Ramón había creado en su
jardín todo lo necesario para sobrevivir, con 3 habitaciones subterraneas. Una
habitación principal con un mini horno para calentar comida, una sala a modo de
dormitorio y otra sala que en un principio no sabía cómo rellenar. ¿Un baño?
¿Quién se ocuparía del flujo del agua en un holocausto? El agua estancada del
retrete sería otro punto de infección. Pero no le preocupaba un espacio sin
utilizar, tarde o temprano sabría cómo rellenarlo. Lo más duro, que era hacer
un refugio, estaba hecho. Y lo había hecho con la ayuda mínima.
Cuando las tropas de Corea del Norte intalaron su base en
Menorca, era de esperar una reacción de las potencias europeas. Francia debía
responder a la pregunta de si quería estar en contra de EEUU, o recibir las
cabezas de misiles que les apuntaban desde las costas de Menorca. Y no sólo
Francia, sino que Italia, San Marino… hasta el Vaticano tenía una cabeza de
misil asignada. Y lo que era más curioso, a Corea no le había costado nada
conquistar la isla, sino que gente civil, topos, renunciaban a su nación,
traicionaban a sus vecinos, familiares, amigos, por unos ideales. O simplemente
se les prometió dinero, propiedades… Eso ahora da lo mismo, porque al llegar
Kim Jong II a la isla, los cabezas visibles de la conquista fueron asesinados
sin piedad, y con su ejército comenzaba la “limpieza de sangre”. Consistía en
asesinar a todos los contrarios al régimen. Nada de esto era una novedad.
Hitler lo hizo, la Inquisición lo hizo y Stalin lo hizo. Nada nuevo bajo el
sol. Incluso Hitler asesinó a sus partidarios de las SS como cabeza de turco.
Ramón no veía nada nuevo, sabía que la III Guerra Mundial estaba a punto de
comenzar, si es que no había comenzado. Mientras Corea comenzaba a perfilarse
como una potencia seria, los paises no afectados perdían su tiempo en
tonterías. EEUU si, tenía tropas en Galicia defendiendo al Príncipe Felipe y a
su familia, pero España no era su mayor preocupación de momento. Inglaterra
estaba en una guerra con Irlanda del Norte, que a las pocas semanas renunció y
se unió a Inglaterra. Alemania volvía a invadir Austria, y mientras EEUU
contemplaba impasible un conflicto que ellos habían comenzado. Era obvio que
algunos “locos” se manifestarían contra Obama, lo que no era obvio era el hecho
de que iba a soltar a sus perros para hacer cargas contra manifestantes. El
garante de la paz defendió cargas policiales y asesinatos de civiles en las
calles por mantener la paz. Una paz que le iba a costar muy cara.
No nos desviemos. Ramón pasaba 14 horas de su vida metido en
el bunker, y sólo salía para trabajar. No tenía visitas, no tenía amigos, su
vida era muy simple. Con el bunker había gastado todos sus ahorros, y le iba a
ser imposible pagar los plazos, pero estaba seguro de que no iban a durar
demasiado los acreedores. Poco a poco Ramón bajó todos los muebles de la casa
al bunker, y comenzó a desarrollar su vida dentro de forma total. Terminó por
aislarse del mundo exterior. Terminó, de hecho, con su matrimonio. Cuando
Helena se dio cuenta de la posible “locura” de la que Ramón era presa, a lo
mejor ya era demasiado tarde. Ramón “malgastaba” sus ahorros en el bunker, y
con ello, Helena perdía todo el dinero que había conseguido como azafata de
iberia. Ramón se justificaba como podía alegando que tal y como estaban las
cosas, lo más sensato era esto. Y Helena, pobre de ella, le creía una y otra
vez, como una pobre adolescente. Día tras día escuchaba la misma cantinela, que
lo hacía por ella, que la amaba y que la quería demasiado como para que una H3Z
acabara con ella. Lo que es el amor, seguir ciegamente a una persona aún a
sabiendas de lo que te espera es un precipicio. Pero Ramón cometió un error, un
grave error.
4 de junio. Helena volvió pronto de trabajar, mientras Ramón
continuaba en el instituto impartiendo clases de historia. Tras cambiarse y
darse una ducha, comenzó a barajar una posibilidad, comenzó a divagar sobre las
razones que llevaban a su esposo a cometer tales actos de locura, como comprar
un búnker, y ya no eso, sino el hecho de aislarse del mundo exterior… Comenzó a
cotillear en sus cosas, en sus cajones, en su mesilla, en todo donde pareciera
que Ramón estuviera metiendo la mano. Sabía que buscaba algo, pero no sabía el
qué. Podía ser un panfleto de una secta, que en las últimas semanas aumentaban,
debido a la inestabilidad de la sociedad. Sectas que prometían una salvación
cada vez más complicada de conseguir, o algunas que prometían un final digno
con tus seres queridos. Parecía que la población comenzaba a tener bastante
asumida que se acercaba el fin, y que nada les iba a salvar. Finalmente
encontró algo que no le dijo nada, pero tras su lectura lo comprendió todo. El
nostradamus había acertado en muchas de sus predicciones. Acertó la llegada de
Hitler, acertó con el 11S, acertó con la muerte de Don Juan Carlos I, y acertó
con el golpe de estado. Helena sabía de todos los rumores acerca de este libro,
de hecho se lo compró ella a Ramón por su cumpleaños. Es una larga historia de
contar lo del porqué de un regalo tan… peculiar.
Para ponernos en situación, debemos tener en cuenta varios
puntos. Ramón era un hombre cambiante en su actitud, y cuando un día decía
filete, al día siguiente decía pescado. En cierto modo podríamos indicar que
era un hombre en gran medida impredecible, tanto en sus hábitos, como en su
comportamiento, o incluso en su temperamento. Podía aguantar la mayor puñalada
posible de un amigo y exaltarse en medio de la calle con un desconocido, y esto
había ido en aumento desde su viaje de Luna de miel a París. Helena comenzaba a
ver en Ramón a una persona completamente distinta del hombre del cual llegó a
estar enamorada tan perdidamente. Y en uno de esos viajes al extranjero, Ramón
se quedó pensativo mirando ese libro, mostrando bastante interés. Helena no iba
a desperdiciar la oportunidad de acertar de esa manera con su chico. Lo que fue
un simple regalo casual, se convirtió en la condena de su matrimonio, hasta
cierto punto.
Al llegar Ramón, se encontró a Helena con el nostradamus en
la mano, y le preguntó si quería que le prestara el libro. Helena le comenzó a
gritar, a encolerizarse, a maldecirse a si misma por ser tan estúpida, y por
haberle creido.
- ¿Es que te has vuelto loco? ¿No me escuchas ni la mitad de
las veces, y tienes que creer al pie de la letra lo que te dice este puto
libro?
- Lo primero de todo, tú me lo regalaste! ¿Te crees que yo
habría ido porque si a comprar ese libro?
-Vale, he cometido ese error, pero, por Dios, ¿no crees que
habría sido mejor… no sé, haberte pagado un psicólogo en vez de comprarte un
bunker? ¿Has pensado en el dinero que tendremos que pagar? ¡3 semanas, Ramón, 3
semanas tardaron en construirlo! ¿Te crees que eso va a resistir un impacto de
bomba? ¡Te han tomado el pelo!
-¿Ah si? ¿Crees que me han tomado el pelo? Piensa lo que
quieras, tengo la mente muy tranquila. Cuando las tropas de Bucher lleguen aquí
no me vengas con disculpas. Piénsalo, eh, mírame cuando te hablo. Libia, Corea
del Sur, Irlanda del norte… todas han sufrido la intervención gubernamental en
su territorio. ¿Crees de verdad que España va a sufrir otro destino? No, no lo
va a sufrir.
-Y no crees que, a lo mejor, el mejor favor que le puedes
hacer al país es ir a luchar?
-¿Me estás obligando a ir al frente? ¿Pero es que nos hemos
vuelto locos? Luchar en el frente por un ideal político es una estupidez, ¡no
sirve de nada! Seas comunista, capitalista, fascista, ¡todo lleva a lo mismo! ¡Vamos
a morir todos, y nadie en este puto vecindario se da cuenta! ¿No se dan cuenta
de que cuando las tropas falangistas abandonen Madrid, la Sierra será lo
primero que tomen? ¿Dónde está el Valle de los caidos?
-Ramón… mira… estoy cansada. Estoy cansada de mantener esta
onversación cada día. Dices ser apolítico y no haces más que hablar de
política… este libro te ha lavado el cerebro por completo… ya no eres el hombre
del que me enamoré… creo que lo mejor será…
-¿Me vas a dejar?
-Creo que lo mejor será que nos demos tiempo. Necesito
organizar mis ideas, conocer otra gente…
-Eres… ¡no pienso darte ningún tiempo! ¡O lo tomas o lo
dejas, pero a mi no me marees! ¡Si me vas a dar largas hazlo a la cara, ahora
mismo!
-Ramón, quiero el divorcio.
-Eres una zorra.
Tras eso, Helena le dio una bofetada a Ramón y se fue
llorando de la casa, mientras Ramón la gritaba que no la iba a dejar entrar al
bunker, y que tenía suerte de que sobreviviera un mes ahí fuera.
Definitivamente, Ramón no era el mismo, Ramón había perdido su única relación
lejos del trabajo. Puede que estuviera loco, puede que sus ideas fueran
extremistas, o impulsivas quizá, pero había algo claro: Ramón se olía algo muy
gordo.Durante las siguientes horas estuvo pensando sobre la conversación, sin
saber exactamente que era lo que tenía que hacer. Por dentro estaba
aterrorizado. Todos lo estaríamos en su situación. Por un lado se sentía
aliviado, porque desde que salió el tema del bunker Helena estaba insoportable.
Pero por otro lado, se sentía sólo, muy solo. Podría estar realmente perdiendo
la cabeza?
Las siguientes noches las pasó sin dormir. Por un lado se lo
podía permitir, el curso lectivo había acabado, y sólo tenía que ir al
instituto a matar horas realmente, ya fuera corrigiendo exámenes, o preparando
los de septiembre, además de esos claustros inútiles en los que los profesores
especulan sobre sus alumnos como si se trataran de la camarilla. Pero más
alejado de aquello, no era bueno para su salud física ni mental no dormir. Pero
estaba defraudado. Defraudado quizá por la circunstancia de que su amor del
instituto le hubiera abandonado por el refugio antiatómico. Defraudado porque
desde que Helena le regaló ese maldito libro, había perdido progresivamente
todos sus contactos. Poco a poco su obsesión se hacía mayor, y hasta especulaba
por foros que profecía sería la siguiente en cumplirse. El término más adecuado
a referirse a este tipo de gente sería friki, pero realmente su obsesión pasaba
la linea del frikismo, pasaba la linea de lo medianamente comprensible o
aceptable. Había puesto un candado a un cuarto de la casa, por lo que Helena
tenía que hacer la plancha en el salón. Y no se quejaba, apechugaba,
comprendía. Una gran mujer sin duda. Lástima que esté condenada, pensaba Ramón.
Estaba realmente…
Bien, llegados a este término podemos comenzar a hablar del
sujeto protagonista del relato como un enfermo. No era una enfermedad física,
ni psíquica. Sólo estaba obsesionado, pero realmente no era algo que llegara a
preocuparle, tenía otras preocupaciones, como Helena, el bunker y la guerra. Y
esta última razón se acentuó cuando la resistencia de Corea conquistaba de
nuevo sin oposición las costas levantinas en su totalidad, colocando una nueva
base estratégica en Barcelona. Era curioso ver como, mientras las tropas
gubernamentales se mostraban neutrales hasta que los fascistas o los comunistas
pudieran acercarse a Galicia o a Portugal, aliada de EEUU desde el comienzo de
la guerra. Se limitaban a mirar como Corea ganaba terreno con respecto a ellos,
y como los fascistas se limitaban a asesinar en plazas públicas a cualquier
cargo del PSOE o de IU. Por no hablar del PCE, que fue exterminado en su
totalidad a los pocos días de la toma de Madrid. Era un panorama negro, en el
que nadie hacía nada por nadie, en el que todos se encerraban por miedo a que
el vecino les delatara. Se cerraban para ellos. Cuando Coll Bucher salía del
parlamento con la cabeza de Rubalcaba en la mano, más de uno pensó en que era
un farol. No puede ser un farol cuando en una semana ha asesinado a todos los
miembros del congreso. Y, bueno, sin oposición ninguna avanzaba hacia la Sierra
de Madrid, punto estratégico, pues allí está la tumba de Franco. No había otro
motivo más allá de abrirse paso por Segovia o Ávila, simplemente ese era el
objetivo, y después, veríamos que pasa.
6 de julio. Ramón lleva 2
semanas sin salir del cobertizo, ultimando los detalles del cobertizo
para lo que se puede venir. Obviamente, tiene miedo a la bomba H3Z, quizá la
mayor amenaza del planeta ahora, pero también tiene miedo a que los falangistas
le hagan una recluta forzosa. Hasta ahora, las tropas de Coll Bucher han tomado
Collado Villalba y Alpedrete, y se acercan sin descanso a El Escorial. Ramón lo
sabe, ve las noticias a diario, y es por ello que espera el sonido de disparos
para aislarse completamente del mundo. Ha llenado de provisiones el cobertizo,
podría sobrevivir un mes dentro si todo va bien. No tiene problemas de
supervivencia, pues a pesar de estar un poco tocado, sabe perfectamente lo que
tiene que hacer para sobrevivir. Había llamado aquella tarde a un técnico de la
zona para que mirara una grieta que había encontrado en el techo del cobertizo.
Probablemente no sería nada, pero quería asegurar. El técnico llegó dos horas
tarde, y se dispuso a analizar la fisura. Se puso a trabajar en ella, y a las
pocas horas finalizó la ñapa.
-Son 1000 euros.
-¿Hablas en serio? Sólo has puesto un poco de yeso!
-¿Mire, usted sabe algo de bricolage?
-no, lo cierto es que no.
-¿Sabe usted que hacer acaso cuando hay un desagüe?
-No.
-¿Sabe usted acaso cuanto yeso hace falta para tapar una
grieta tan profunda?
-No.
-¡Por eso nos llaman! Ustedes que van a saber… por eso, por
no tener ni idea pasa lo que pasa, que hay ladrones que te cobrarían el doble o
el triple de lo que le he cobrado yo. Puede sentirse muy afortunado de haber
topado conmigo.
-¡Ay, vale ya, ya le pago…! mierda, ahora no tengo dinero,
lo gasté todo en el refugio.
-¿Que gastaste todo en esa basura? ¡Te han timado! Eso no
aguantará una explosión ni por asomo.
-Mierda… ¿qué hacemos entonces?
-Págueme la deuda dejándome quedarme en el cobertizo.
-¿Pero no acaba de decir que no va a aguantar nada?
-¡Pero no soy tonto! ¡Sé perfectamente que si cae una H3Z
todo esto quedará arrasado! Y ahí abajo aún tenemos posibilidades de
sobrevivir.
-Bien, de acuerdo. Pero no tengo suficiente comida para
sobrevivir más allá de dos semanas, sólo compré para mí.
-Sin problemas, vamos a mi furgoneta y echamos cuentas, y
vamos a comprar.
-Perfecto, ¿cómo se llama?
-Carlos.
-Genial, yo soy…
-Ramón, lo he leido en el buzón. Dónde está Helena?
-Ella estará en breves con Dios si no aparece. Tuvimos una
discusión y…
-Mujeres… ¡la mía me dejó porque según ella no la ayudaba en
casa, y que me pasaba la vida entera viendo fútbol! No hay quién las entienda.
El sonido del timbre rompió la conversación tan “amena”
entre estod dos machos alfa. Cuando Ramón abrió la puerta se encontró enfrente
a la vecina de enfrente, con Verónica. Era una chica bastante atractiva, de 21
años, universitaria. Vivía en esa casa con otras tres compañeras, con las que
compartían gastos y algo más. Más de una vez Ramón tuvo que ir a quejarse del
ruido de las fiestas, y con Verónica era con la única con la que se llevaba
medianamente bien. No eran amigos, pero en las juntas de vecinos se apoyaban
mutuamente en derramas, además de ir juntos a múltiples exposiciones de
Historia del arte. A la última a la que fueron fue allá en enero, a una
convención del pintor barroco Rubens al Museo del Prado. Tenían practicamente
los mismos gustos, pero Ramón tenía unos años más, era más maduro, y más
consciente de lo que ocurría alrededor. El caso es que Verónica llamó a la
puerta. Tenía una cara bastante preocupada, con los ojos vidriosos, y se la
veía nerviosa por el temblor de su voz.
-Ah, hola Verónica… ¿qué te pasa? ¿Dónde están las demás?
-¿No acabas de ver las noticias?
-No, la verdad es que estaba ocupado hablando con un
técnico… ¿se puede saber qué pasa?
-Van a lanzar una H3Z, lo acaba de decir la sanguijuela de
Coll en una retransmisión… las tropas se están retirando… ¡Y los aeropuertos
son un caos! Veníamos mi hermana y yo escuchando la radio desde Barajas cuando
han dicho eso.
-Bueno, ya hablaremos de eso. Carlos y yo íbamos a comprar
provisiones para pasar los días tras una posible H3Z. No se hable más, os
quedáis con nosotros. Tengo un cobertizo que puede que no sea el mejor, pero
nos dará unos días para pensar qué hacer.
-¿¡De verdad!? ¡Muchas gracias Ramón!
-Ya me las darás si salimos de esta, vamos a comprar.
Tras las presentaciones pertinentes Ramón, Carlos y Verónica
subieron a la furgoneta del técnico y se dirigieron al supermercado. Tras unos
instantes llegaron, y se encontraron un panorama desolador. Un tumulto de
personas estaban arrasando con el supermercado, el caos era patente. Todo el
mundo huía hacia cualquier sitio, y no sabía nadie que hacer. Los llantos de
los niños y los golpes de las peleas se podían escuchar claramente. Todos
tenían miedo, Ramón el primero, que se maldecía por haberse subido a una
furgoneta con un desconocido y con una vecina que le había causado más
molestias que alegrías. Pero claro, la moral es de ser agradable, y ahora iba a
perder la vida por flaquear en una personalidad que cada vez era más uraña.
Ramón propuso volver al cobertizo antes de que fuera tarde, y giraron la
furgoneta entre la gente. Era complicado pasar con toda la gente en la
carretera. Ramón se desesperaba por momentos.
-¡Pero acelera, cojones!
-¡Es que hay mucha gente! No quiero atropellarles!
-¡Vuelve a apretar el clackson!
-¡Voy… no hacen nada!
-Genial, déjame a mi.
Ramón se colocó al volante, y aceleró, metió primera y
después segunda, y… ¡comenzo a pasar sobre la gente! Tras los primeros
atropellos la gente comenzaba a apartarse, pero Ramón también intentaba
esquivar a la gente que estaba tumbada en el suelo, por lo que en muchas
ocasiones sin hacerlo adrede invadía la acera, atropellando por consiguiente a
varios transehúntes. La imagen era un poema, una estampa al caos. Verónica
comenzó a ser presa del pánico.
-¿Pero que haces?
-¡estás viendo toda la destrucción que hay a los lados! ¿¡Qué
más da un poco mas!?
-¡Ramón, estás loco! – Espetaba Carlos mientras miraba por
la ventanilla una violación a una indigente.
-¡Quizá, pero tengo un cobertizo que nos va a salvar la
vida!
-Te repito que…
-¡Abrocháos los cinturones que vamos a tomar un atajo!
-¿Qué vas a hacer?
-¿Conoces esta zona? ¡Bajando una colina empinada llegamos
al vecindario recortando casi veinte minutos!
-¿Vas a saltar?¿¡ Estás loco!?
Y saltaron. Y volaron. Las pulsaciones de los tres subían tan
rápido que parecían imposibles de controlar. Los tres vieron su vida pasar por
delante. ¿Iban a morir por no esperar 20 minutos? ¿Iban a ser tan temerarios
ahora? Pues lo eran, ya estaban en pleno vuelo. Verónica no hacía más que
lamentarse y llorar, mientras que Carlos le decía a Ramón que era un hijo de
la… El morro de la furgoneta tocó el suelo, y comenzaron a dar vueltas de
campana, llevándose por delante una farola y a dos niños que jugaban al balón.
Finalmente, la pared de una casa amortiguó el golpe. Tras unos minutos, Carlos
consiguió salir de la furgoneta. Ramón salió también por el lado de Carlos,
porque la furgoneta había caido de lado, dejando impracticable la zona
izquierda para salir. La que peor había quedado era Verónica, que estaba
inconsciente y llena de heridas.
Tras examinar a Verónica y ver que no había demasiadas
complicaciones para sacarla, comenzaron a ello, hasta que… ¡Carlos vio el motor
de la furgoneta en llamas! Ramón se apresuró a romper la ventanilla y sacar a
Verónica por ahí, y les dio tiempo a saltar antes de que la furgoneta
explotara. La furgoneta salía por los aires con la explosión, atravesaba una de las ventanas de la casa, y
se quedaba con medio cuerpo fuera, a punto de caer. Ramón y Carlos se
apresuraron en coger a Verónica y entraron en el bunker, mientras que la
furgoneta caía de nuevo al suelo, quemando unas plantas. Ya dentro del bunker
tumbaron a Verónica en una cama y la comenzaron a curar las heridas, y en
algunos casos, a ponerla puntos con cualquier cosa que hubiera, hilos, por
ejemplo. No era una escena agradable de ver.
- Ramón, en serio, estás mal de la cabeza.
- eh, yo no te obligué a quedarte aquí, no me toques la
moral.
- casi nos matas…
- ya tendremos tiempo de hablar de eso. Bien, vamos a ver
contigo. ¿Tienes heridas?
- una en el codo y algunos cristales clavados en la pierna,
pero no es nada.
- vamos a ello.
Tras curarse ambos las heridas, pusieron un rato la radio.
Ninguna cadena sintonizaba. Ninguna. Los llantos y las explosiones eran la
tónica fuera, pero dentro del cobertizo la realidad era diferente. Ellos
estaban teóricamente salvados, o por lo menos, su esperanza era esa. Verónica
despertó al poco tiempo. Comenzó a observar su cuerpo lleno de vendas, y se
preguntó que hacía allí. Tras unos instantes, se levantó, y caminó hacia donde
estaban Carlos y Ramón, en la casa, fuera del bunker, contemplando la situación
de caos en el vecindario. Al verla se alegraron. Comenzaron a hablar.
-¿qué tal?
-bueno… todavía me duele mucho.
-es normal, el impacto ha sido muy fuerte.
-supongo, si… ¿me acompañáis a casa? Quiero coger un par de
cosas.
Los dos hombres asintieron y se preocuparon por el estado de
Verónica, por si podría ser capaz de caminar sin dificultad. Tras un vistazo
rápido, decidieron emprender el rumbo a la casa de Verónica, y comenzaron a
caminar hacia lo que sería un cambio en la mentalidad de cada uno.